El proyecto ha tomado como caso real de estudio el edificio anexo a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, un edificio de ochocientos metros cuadrados. Sobre este edificio se han llevado a cabo las diferentes fases del proyecto que engloban tanto la recopilación de información disponible, campañas de medición, cálculo y ajuste de modelo predictivo, definición de plantas de generación fotovoltaica y almacenamiento de energía así como la validación de las estrategias de gestión de la planta de generación renovable a través de simulaciones.
La novedad tecnología conseguida por el proyecto SYMMETRI se apoya en la sincronización de dos procesos de optimización, por un lado el llevado a cabo por CENER en el dimensionado de una planta de generación que se ajusta a las necesidades del edificio y por otro el ejecutado por la UNAV que a partir de un modelo térmico predictivo optimiza el excedente de energía renovable para la mejora del confort. Con este proyecto se ha conseguido que el edificio, mediante su inercia térmica, ofrezca una oportunidad de integración y optimización a la energía procedente de fuentes renovables que la red eléctrica no puede absorber.
El modelo predictivo planteado en el objetivo inicial es el vehículo para acceder a una nueva fuente de almacenamiento gratuita y permanente: la inercia térmica. SYMMETRI mediante el proceso descrito aporta una estrategia para maximizar el aprovechamiento de ese almacenamiento, cuantificando su capacidad.
Cada edificio, en función de las variables exteriores e interiores plantea unas oportunidades de almacenamiento. SYMMETRI puede evaluar en cada momento cuáles son esas capacidades y por esa razón puede establecer la estrategia más óptima para maximizar el aprovechamiento de los recursos renovables. Los objetivos alcanzados en SYMMETRI aumentan las posibilidades que tienen los edificios de convertirse en prosumidores (productores – consumidores), ya que esta capacidad de interacción entre la producción eléctrica y el consumo térmico, ofrece un margen de flexibilidad en la gestión de las redes que supone un importante beneficio.
En esta primera fase hemos tenido la oportunidad de evaluar una metodología en base a datos reales tomados del edificio, queda por tanto poder comprobar en diferentes situaciones climáticas y bajo diferentes circunstancias de uso del edificio y de comportamiento de los usuarios que dicha metodología es óptima. En la segunda fase queda confirmar que las estrategias que nos plantea el modelo son compatibles con el normal funcionamiento del edificio y que al mismo tiempo dichas estrategias respetan el confort y la salud de los usuarios, lo que a la postre redundará en un aumento de la productividad.